En los últimos años hemos asistido a un incremento cuantitativo de proyectos de fotografía en formato FOTOLIBRO. Ante este tsunami es inevitable hacerse varias preguntas ¿Pero qué es un fotolibro? ¿Es real este boom del fotolibro? ¿Merecen la pena cristalizar un trabajo fotográfico en un libro? ¿Cómo podemos diferenciar los que merecen la pena y los que no?

Además se está produciendo un fenómeno muy parecido a lo que está ocurriendo con la agricultura. Por un lado asistimos a la creación de infinidad de productos que tienen un envoltorio estupendo, que parecen publicaciones de calidad pero luego el contenido es de dudoso gusto cuanto no pésimo. Igual que los tomates de invernadero que vemos en muchos supermercados, son todos muy iguales y muy bonitos, pero no tienen sabor. Se han preocupado en que lleguen perfectos pero han olvidado que lo importante de verdad es el sabor. Exactamente lo mismo que está ocurriendo con los fotolibros. Además cuando alguno es exitoso, funciona bien o tiene recorrido, el que gana menos dinero es el autor. Igual que en la agricultura: el que crea el producto, el origen de todo no es el que más se beneficia ni mucho menos.

Ante esta avalancha incontrolable de fotolibros, premios, festivales, maquetas y todo lo relacionado con la imagen impresa vamos a intentar desgranar algunas claves que ayuden a encontrar algunas certezas en este mundo tan complejo y amplio de la fotografía impresa para diferenciar los tomates con sabor de los que sólo son fachada.

Eduardo D’ Acosta es profesor, investigador y fotógrafo. Volcado en la divulgación de la fotografía en todas sus vertientes. Después de 10 años seguramente este 2020 pueda defender su tesis sobre el fotolibro. En los últimos 15 años ha impartido más de 250 cursos y charlas de fotografía por toda España. Es codirector del Máster MASFOCO, fotografía contemporánea y evolución de proyectos en APERTURA.

PLAZAS PRESENCIALES COMPLETAS – RESERVA TU PLAZA ONLINE